Aunque
a todos nos gustaría que nos atendieran en el preciso instante en
que pedimos o necesitamos algo, hay momentos y lugares en los
que la paciencia será nuestra mejor aliada.
En los establecimientos públicos, en el cine, en el teatro, en la
ópera, en el autobús y en el mercado, entre otros, hay que esperar,
ineludiblemente, a que llegue nuestro turno de ser atendidos, hay que
respetar una cola de gente que reclama el mismo servicio y tiene
preferencia ante nosotros, por el simple hecho de que ha llegado
antes al lugar.
En
este libro hay epígrafes dedicados al cine, el teatro y la ópera, y
al transporte en general, en los que hemos hecho mención de la
obligación que tenemos de respetar una cola. En el apartado que
ahora nos ocupa nos referimos a los establecimientos comerciales, a
los mercados, a aquellos lugares donde vamos a comprar comida.
Es
posible que en el mercado en el que usted acostumbra a comprar, la
manera de controlar que cada persona espere religiosamente su turno
para realizar su compra sea mediante un número que el cliente ha de
extraer de una máquina, normalmente ubicada en un lugar visible, en
la pared. Si es así, en algún espacio dentro de la tienda habrá un
contador que irá reflejando el número que por turno va a ser
atendido. En estos lugares se ocuopará usted mismo de coger esta
papeleta y esperar a que el número que le haya correspondido se
refleje en la pantalla para pedir. Si no coge su papel, aunque sepa
qué personas están delante de usted y quiénes detrás, cuando le
llegue el turno que en teoría le pertenece por orden de llegada, ni
el tendero ni el resto de clientes tendrá la obligación de dejarle
paso.
Puede que haya suerte y tenga
la deferencia con usted, pero el hecho de no tener su número es
suficiente para que atiendan a la persona que va detrás de usted.
Bien,
cuando los turnos no se establecen conforme a ese
papel numerado, el sistema es aún más sencillo, pues se atenderá a
la gente conforme vaya llegando. Por ello, al llegar a una tienda lo
primero que deberá hacer es ¨pedir la vez¨. Será conveniente que
pregunte en un tono que cada miembro de la cola pueda escuchar:
¨¿Quién es el último/a?¨ Pida el turno a esa persona, y así,
además de procurarse un espacio, ella sabrá que usted irá
inmediatamente detrás.
Ésta es la manera en la que se debe formar la cola en estos lugares,
lo que no significa que las cosas siempre funcionen así,
desgraciadamente.
A
nadie le gusta esperar y parece que en los mercados todos llevamos
prisa. De hecho, los mercados o galerías de alimentación son
lugares donde el enfrentamiento verbal es frecuente.
Habrá
personas que no respetarán los turnos y siempre que esté en sus
manos intentarán colarse. Con cualquier excusa, como
que tienen el coche aparcado en doble fila o que deben ir al colegio
a recoger a los niños, harán lo posible para que les atiendan
cuanto antes. A veces se aprovecharán de la amabilidad del resto de
clientes, a veces de la del tendero, que no quiere perder la
oportunidad de vender, hasta lograr su fin; no esperar la cola.
Seguramente alguna vez
haya coincidido con alguien de similares características. Si
no, sepa que la manera de solucionar este tipo de situaciones no es
enfrentándose a la persona, mucho menos recurrir a las voces e
incluso a los insultos. Si se ve en la obligación
de decirle algo, hágalo con educación, no se ponga a su altura. Si
con el diálogo no consigue hacerlo entrar en razón, lo
más sencillo es hablar con el tendero e informarle de que va a
atender a quien no corresponde.
Parece
que los mercados fueran lugares idóneos para la discusión y la
falta de respeto hacia los demás. Se ha identificado esta actitud
proclive al enfrentamiento en los mercados al perfil social de la
gente que acude a ellos, y éste es un grave error. La
clase, la educación y el saber estar son algo innato a la persona.
Quien no pierde las formas en otro contexto y lugar
no lo hará tampoco en el establecimiento al que vaya a comprar.
Quien pierda las buenas
maneras y sea capaz de llegar al insulto tan sólo porque alguien se
ha saltado el turno, difícilmente mostrará educación en otros
ámbitos.
Puede
ser que usted vaya a comprar a un mercado donde haya diferentes
puestos. Ante la afluencia de gente, y teniendo en cuenta que
necesita comprar en la carnicería, en la pescadería y en la
frutería, es posible que recorra primero estas tiendas para pedir la
vez y después acuda a aquella en la que haya menor cantidad de
personas esperando, con el fin de no perder el turno en las demás.
Este sistema es aceptable, siempre y cuando
respete efectivamente las preferencias y no trate de que le atiendan
en cada uno de los tres puestos, incluso aunque haya perdido el
turno.
Los
hombres juegan un papel importante en los mercados. Su presencia es
cada vez mayor, síntoma de que las generaciones cambian y hacer la
compra ya no es sólo tarea de mujeres. Los hombres solteros que
viven solos, e incluso los casados, disfrutan ocupándose
personalmente de las compras. En las familias que tienen muy
repartidas las labores conyugales, el marido es el fiel encargado de
hacer la compra.
Entre
el género masculino se observan distintos perfiles. El
del novato, que evidencia que no es ducho en este arte y se convierte
en víctima de todas las tretas del sexo opuesto. Este
hombre guardará todas las colas pertinentes y hasta las que no le
correspondan, y será presa fácil de las artimañas de los tenderos,
si tratan de quitarse de encima esa porción de carne del día
anterior o ese pescado que ya no está fresco.
Pero
hay muchos hombres que son verdaderos expertos en el arte de zafarse
de las colas, justificándose en una falsa inexperiencia. No queremos
decir que estos intentos sean propios del sexo masculino, pero sí es
cierto que con ellos se tendrá mayor condescendencia, quizá porque
siguen siendo minoría. Si usted es hombre y éste es su objetivo,
sepa que todas las personas han guardado cola y han esperado
pacientemente a su turno, por lo que se echarán
sobre usted si se cuela. Nadie recibirá un trato especial que le
libre de una cola, ni aun siendo cliente habitual del local, pues el
tendero sabrá que si tampoco él respeta el orden justo de llegada,
puede perder clientes que se sientan de alguna manera defraudados.
La
regla tiene excepción. Puede que usted haya adquirido un solo
artículo y, por ejemplo, en la cola que hay en la caja de un
supermercado tenga por delante a un número importante de personas
con carros repletos. En este caso, deberá pedir educadamente y por
favor que alguien le deje paso, pero nunca intente colarse, porque
hará gala de una francamente mejorable educación.
ARANTXA
G. DE CASTRO.
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