El
tercer estadio de desarrollo es el ¨neocórtex¨.
Es la parte consciente de la mente. Según Carl Gustav Jung, el
célebre psiquiatra y ensayista, tiene una edad aproximada de
cuarenta mil años y todavía se está
desarrollando. Algunos
investigadores contemporáneos creen que es más antiguo. La mente
consciente no empieza a desarrollarse hasta aproximadamente los tres
años de edad y no alcanza su máximo desarrollo hasta los veinte,
más o menos. Estas edades varían según los individuos.
Este
desarrollo tardío es una de las razones por las que tenemos tantos
programas negativos y perjudiciales en nuestra mente subconsciente.
Mientras nuestra parte emocional se iba desarrollando durante los
primeros años de nuestra vida, aún no teníamos una mente
consciente y racional que filtrara los programas negativos y
seleccionara los positivos que necesitamos para nuestra vida adulta.
Para empeorar todavía más las cosas, aún ahora no somos
conscientes de esos programas, porque como se desarrollaron a tan
temprana edad, no tenemos una memoria consciente de ellos.
A
diferencia de la mente subconsciente, la cual desarrolla su sistema
de valores a través de la emociones, la mente consciente desarrolla
su sistema de valores a través de una interpretación racional de
las experiencias. Como consecuencia de estas diferencias tan
importantes, ¨los tres cerebros están
constantemente disociados y en conflicto¨.
Ken
Keyes, escritor y profesor, afirmó:
Aunque
nuestro neocórtex
tiene una capacidad de procesamiento mayor que la de cualquier
ordenador que se haya construido jamás, lamentablemente no está
conectado con el antiguo cerebro para monitorizar la
retroalimentación y controlar los circuitos, algo que sería
necesario para un funcionamiento óptimo. Por lo tanto, el cerebro
nuevo, la mente consciente, analiza los problemas y propone
soluciones racionales, a menudo sin tener idea de lo que está
ocurriendo en el cerebro antiguo, la mente subconsciente, gobernada
por sentimientos irracionales […] Ese es el quid de la cuestión.
La escasa comunicación entre el cerebro viejo y
el nuevo nos ocasiona problemas en nuestra vida diaria. El
cerebro viejo puede, por ejemplo, ignorar el sistema de control del
cerebro pensante y mostrar emociones intensas que han sido reprimidas
en el inconsciente durante décadas a menudo creando una montaña de
un grano de arena. El cerebro nuevo, operando en
tiempo presente, se da cuenta de que uno es fuerte y competente, y
que tiene autoestima, pero el insconciente, en cambio, continúa
desencadenando respuestas inefectivas e inapropiadas a los desafíos
que presenta la vida, basándose
en los programas negativos de la infancia.
HARRY
W. CARPENTER.
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