El
maestro de la escuela de tiro con arco tenía fama de ser además un
verdadero Maestro de la Vida.
Un
día, el más aventajado de sus discípulos logró hacer tres dianas
seguidas durante una competición de carácter local, y todo el mundo
estalló en aplausos. Las felicitaciones llovieron sobre el
discípulo... y sobre el Maestro.
Pero
éste no parecía estar impresionado. Daba incluso la sensación de
querer quitarle importancia al hecho.
Cuando,
más tarde, el discípulo le preguntó la razón de su actitud, el
Maestro le dijo: Aún te falta por aprender que el blanco no es
el blanco.¨
¨¿Y
qué ES el blanco?¨, quiso saber el discípulo.
Pero
el Maestro no se lo dijo. Era algo que el joven tendría que aprender
algún día por sí mismo, porque no podía decirse con palabras.
Un
día descubrió
que
lo que tenía que ambicionar
no
era el éxito,
sino
la actitud;
no
el blanco,
sino
la desaparición del ego.
ANTHONY
DE MELLO.
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